Reflexión






La preocupación sobre la educación para todos, se ha mantenido por décadas, resulta inaceptable que más de 10 millones de niños, y en su mayoría niñas, no tuvieran acceso a la educación primaria; más de 800 millones de adultos siguen sumergidos en el analfabetismo, la discriminación de género continua infiltrándose en los sistemas de educación y la calidad del aprendizaje no ha alcanzado a satisfacer las necesidades que la sociedad requiere. 
 Diversos organismos, como la Organización de las Naciones Unidas preocupada por este problema universal desde hace varios años, ha exigido a los países miembros, para que firmen acuerdos con el fin de corregir e ir satisfaciendo las necesidades de educación para todos los habitantes del mundo; ejerciendo el derecho que todos tenemos a la educación.
Educar para el siglo XXI a partir de éste, representa un gran desafío sobre todo para los sistemas educativos nacionales en todo el mundo; ya que actualmente se están viviendo muchos cambios tanto políticos como económicos y muchos otros, todos estos afectan a la sociedad en general y demandan en ella también esta transformación.
Por su parte, la educación también enfrenta grandes cambios en su estructura, partiendo desde la manera en que se pretenden llevar a cabo el trabajo para con los alumnos en las aulas para hacer de ellos ciudadanos íntegros con una nueva visión que los lleve a comprender los fenómenos sociales que ocurren en su entorno y a tomar decisiones en diferentes situaciones de su vida cotidiana.
Es inaceptable  que los docentes se rehúsen al cambio que demanda la sociedad, pero más aún lo es el hecho de seguir manteniendo las prácticas tradicionales en nuestro quehacer educativo, y no por que estas sean malas, sino porque no somos capaces de adecuarlas a los contextos en los cuales laboramos y provocando que carezcan de significado para nuestros alumnos. 
Por otra parte, el rol del docente ha sufrido grandes cambios, puesto que debe ser una persona altamente capacitada para atender las necesidades que nuestros alumnos en la actualidad demandan, ya que se considera como inaceptable  que los docentes se rehúsen al cambio que súplica la sociedad, siendo inaceptable el hecho de seguir manteniendo las prácticas tradicionales en nuestra labor educativa, y no por que estas sean malas, sino porque no somos capaces de adecuarlas a los contextos en los cuales laboramos y provocando que carezcan de significado para nuestros alumnos, ya que en vez de ser útiles, obstaculizan la formación de personas críticas y analíticas, capaces de resolver cualquier situación que en la vida  les presente.

Es entonces hora de implementar en nuestro sistema educativo y en las aulas una reforma, que nos ofrezca la oportunidad de formar individuos íntegros, críticos y objetivos ante los constantes cambios que se dan en su sociedad, mismos que impactarán finalmente en el país, es decir, se debe empezar a trabajar con los niños de lo particular a lo general.
Evidentemente el camino que tenemos que recorrer no es tan sencillo. Constantemente nos encontramos con diversas obstáculos y pareciera que vamos solos por ese camino tan difícil lleno de cambios donde los alumnos y sus habilidades nos rebasan al igual que los cambios que se ha dado en las familias y ni que decir de los cambios tecnológicos que tal vez a estos sean a los que les tememos más.
Es hora de hacer equipo entre nosotros mismos, los docentes debemos crear una red de comunicación y apoyo para sobrellevar toda esta incertidumbre, mostrar siempre una actitud positiva puesto que nuestro objetivo es el mismo, el centro de todo sigue siendo el alumno.



El camino será difícil, pero no ¡imposible!




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